sábado, 3 de mayo de 2008

Una crítica

La crítica es el arte de juzgar las cualidades y defectos de las cosas. En base a esta académica definición nos daremos cuenta de que criticamos mucho, a lo largo del día. Consciente o inconscientemente, hacemos constantes juicios de valor sobre todo lo que nos rodea y lo que nos va sucediendo a medida que avanza la jornada: ese metro que no llega, ese café lamentable, ese compañero de trabajo imbécil o ese equipo que regala ligas a su eterno rival, pueden ser blancos fáciles de críticas de cualquier persona en un día cualquiera de su vida.
En toda crítica conviven una carga racional con una emocional. Y es precisamente ésta última lo que la convierte en una crítica única, distinta al resto de críticas que se puedan hacer sobre un mismo asunto. Por este motivo no me gusta la crítica cuando se convierte en profesión.
Montones de críticos literarios, de cine, de televisión, de teatro, de música, etc. aprovechan sus privilegiados púlpitos para dar SU opinión de las cosas, intentando crear (la mayoría de ellos) corrientes de opinión que comulguen con SUS juicios. Su personalidad, su currículum o simplemente su posición intimidan al resto de los mortales y nos hacen creer que aquello de lo que hablan tiene más validez que lo que pueda opinar mi vecina de abajo o el frutero de la esquina. Y encima cobran por ello. Se creen que son unos cuantos, que son Los Elegidos, cuando en realidad existen tantos críticos como personas hay en el mundo. ¿Con qué derecho Fulanito cobra pasta por decir que tal disco es una mierda, cuando yo me emociono cada vez que lo escucho? Dí que no te gusta, ¡pero no que es una mierda, melón!
Ahora bien, como sucede con la telebasura, el morbo nos puede. Sólo eso explica que estemos esperando las críticas de la peli o el disco de turno, para ver qué dice el crítico de guardia.