lunes, 16 de junio de 2008

Mi Lisboa

Que Lisboa es una gran capital europea lo demuestra el hecho de que tiene los tres elementos indispensables para poder hacer gala de tan noble distinción: grandes monumentos, tiendas de souvenirs y taxistas cabrones. Sobre esta visión sesgada (aunque no menos cierta) de la ciudad, se construye todo lo demás que, afortunadamente, es mucho.

Lisboa es una ciudad contradictoria en muchos sentidos. Y es eso precisamente lo que la hace tremendamente interesante. Jamás la vanguardia y la decadencia habían ido tan de la mano y lo que resulta más curioso, sin sobresalir la una por encima de la otra. Pasas como si nada, de una estación de trenes sublime, adalid de la modernidad, a una vieja casa en ruinas maltrecha y olvidada. Quizás por ello la ciudad puede ser un medicamento tan eficaz para parejas de enamorados como letal para depresivos o personas con la moral por los suelos.

El paisaje urbano es variopinto y activa la memoria del viajero, quien acaba por hacer odiosas e inevitables comparaciones: el antiguo barrio pesquero es la Barceloneta, hay rincones que te transportan al Albaicín de Granada, calles anchas con edificios elegantes que recuerdan a Roma, sin olvidarnos de París o Cádiz, ciudades que también se aparecen por momentos. No es una ciudad que destaque por sus museos o sus riquezas arquitectónicas. Es una ciudad que se disfruta paseando por sus calles, viajando en sus tranvías, degustando su excelente café en alguna de sus terrazas, observando sus gentes, saboreando alguna de sus recetas de bacalao o extasiándote por la exquisitez de sus dulces. La pena es que casi nada de ello es gratis. Ni barato.

Otras de las impresiones que me dejaron la ciudad son las siguientes:
  • es una ciudad muy limpia (¿o acaso Barcelona es sucia?)
  • la red de transportes es eficiente pero es imposible entender el sistema tarifario que tienen (da la sensación que ni ellos mismos se aclaran)
  • todas las guías dicen que "Lisboa tiene una luz especial" pero no dicen dónde (debe estar en el mismo sitio que el "color especial de Sevilla", que tampoco vi por ningún lado en su momento)
  • el portugués hablado es ininteligible, en cambio ellos entienden a la perfección todo lo que tú dices en castellano.
  • la ciudad respira mucho menos fútbol de lo que me esperaba, máxime cuando alberga a dos históricos como Sporting y Benfica.
  • resultan muy recomendables las visitas a Sintra y Cascáis (poblaciones de los alrededoresde la capital)
Pese a todo, Lisboa es una ciudad recomendable, de notable alto, algo por encima de mis expectativas, algo por debajo de lo que algunos me habían comentado.

En fin, de la misma manera que ninguna foto hace honor a la realidad que retrata, este post tampoco refleja fielmente lo que fue mi estancia en Lisboa: se quedan cosas en el teclado (iba a decir tintero, pero me parece absurdo) y además toda la información está pasada por el filtro de uno mismo, la cual cosa llena de sentido el hecho de viajar y lo convierte en algo personal y difícilmente transferible.

Eso sí, si me tengo que quedar con algo de este viaje, ahí sí que no tengo ninguna duda: la compañía. Créanme...inmejorable.