miércoles, 17 de septiembre de 2008

La riqueza de La Ruïna

Como si de un circuito de agua cerrada se tratase, las grandes productoras de televisión, cine y teatro parecen empeñadas una y otra vez en abastecerse de los mismos nombres, los mismos rostros para sus producciones. Algo que denota una falta de imaginación y un miedo a tomar riesgos muy propios de la sociedad actual. Veteranos erigidos en tótems intocables, jovencillos encumbrados por la serie de televisión de turno y mediocres que apestan a enchufe, ejercen de tapón impidiendo que un grupo de excelentes actores progresen, o, simplemente, puedan ganarse el pan trabajando de lo que les gusta y que les ha llevado años de preparación. En La Ruïna, el espectáculo que se puede ver desde hace un par de semanas en la sala La Villarroel, de Barcelona, los actores no son mediáticos. Sus nombres seguramente no les sonarán de nada. Pero durante la hora y cuarto que dura la obra demuestran unas cualidades interpretativas y una unidad sobre el escenario que ya quisieran muchos de "los otros"...
No entraré a valorar la calidad del texto y de la dirección, para ello os remito a las críticas (todas buenas, por cierto) publicadas estos días en diarios como el Avui, El País o La Vanguardia. Prefiero centrarme en destacar el excelente trabajo de Roser Blanch, Clara Cols, Borja Espinosa, Mireia Fernández, Pablo Lammers, Sergio Matamala y Alícia Puertas. Son los actores de La Ruïna, quienes con sus interpretaciones me hicieron pasar un rato fantástico y me recordaron que si la profesión de actor sigue viva, es gracias a profesionales como ellos.




4 comentarios:

McAllister dijo...

algo parecido me sucede a mi con el Carnaval gaditano, como és posible almacenar tanto talento musical e interpretativo en pocos km2 sin que nadie lo aprecie...
Este verano en un ensayo de la obra de teatro que estrena A.Martinez Ares en Cádiz y que está basada en el carnaval contemplaba atónito a mi lado un Carlos Nuñez que no entendía como ese elenco de guitarristas , actores y cantantes fuesen meros aficionados y que muchos de ellos fuesen nada más que parados haciendo su hobby.....el própio Martinez Ares no és mediatico pero Sabina , Rapahel, Ana Belen, y sobretodo Pasion Vega a la que le hizo los dos primeros discos y la lanzó a la fama si que le conocen pero mientras él sigue en el casi anonimato....es injusto Jordi pero esto está montado así....lo importante es que nosotros sepamos encontrar lo bueno...aunque haya que irse a Cádiz o a Islandia....ejejej un saludo.

JOAQUIN dijo...

Tienes toda la razón, pero el negocio está montado así…..fíjate en mi caso. Intente relanzar mi carrera con la genial aparición en Ocnosis y todavía no he recibido oferta alguna para protagonizar algún film o obra de teatro….solo me ofrecen papeles como actor de reparto o de extra……en fin

Dani III dijo...

Habrá que ir a ver qué tal lo hacen..

Yo hace poco hice de extra en una peli ("Ingrid Myspace", se estrenará el próximo verano) sin actores famosos (todos sacados de una comunidad internauta) y el proyecto tiene buena pinta, aunque claro, han tenido que recurrir a nombres como La Casa Azul, Fura dels Baus y algún otro para darle "caché" a la producción porque sino parece que esté destinada al fracaso.

El problema creo que parte del publico masivo, que no impone su criterio personal sino que se deja deslumbrar por nombres ya conocidos como si eso garantizara algo. Y a partir de ahí, los productores producen lo que demanda el público, está claro.

Eduard dijo...

¿Y si resulta que los "nuevos" llegan a la fama? ¿Deberían entonces permanecer en la cresta de la ola si son realmente buenos, o si el público así lo cree, o por el contrario deberían retirarse para dejar paso a los nuevos talentos?
¿NO creeis que el píblico no es tan tonto como parece? Tener todo el poder publicitario de la industria detrás es una gran ayuda, pero no es un factor determinante al cien por cien ni un aval seguro del éxito. Afortunadamente el género humano es demasiado complejo y se escapa de las normas fijas. No existen unas reglas inamobibles que aseguren el triunfo de un producto.